El campo de exterminio de Teuchitlán cuenta un grave problema de justicia en México: nadie investiga nada.
Matan a personas y nadie investiga nada.
Desaparecen a personas y nadie investiga nada.
Las autoridades judiciales ya no le dan seguimiento a los expedientes. Todos los días asesinan a 70 personas en México y no hay seguimiento. Son muchos crímenes y los policías no alcanzan a investigar nada. Apenas están siguiendo una pista, cuando ya llegó un caso peor.
Un asesinato hace olvidar al anterior.
El ritmo de trabajo de los asesinos sobrepasa al ritmo de trabajo de los investigadores. De tal forma que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se registraron 188 mil homicidios y no hay 188 mil asesinos en la cárcel.
No hay investigación. No hay justicia.
Por eso nadie investigó nada en el rancho Izaguirre. Por corruptos y por ineficientes, porque están rebasados y porque ya no hay espíritu de cumplir con su trabajo.
Los policías ministeriales solo investigan los asesinatos del fuero común, como cuando un ebrio mata a otro ebrio en un baile. Ahí sí caen los asesinos. Pero cuando son asesinatos del crimen organizado ya no avanzan.
Los expedientes del ‘narco’ se van al archivo muerto porque no hay testigos (nadie quiere hablar). Y no hay líneas de investigación (nadie sabe nada). ¿Quién lo mató? El ‘narco’. ¿Quién disparó? La mafia. Nadie dice fue El Chapo o fue El Mayo, simplemente fue El Narco.
¿Quiénes son los asesinos del rancho Izaguirre? La Mafia, claro. La Maña, por supuesto. ‘El Narco’, sin duda.
Así en lo general. No hay nombres de responsables. Esa es la tragedia mexicana de la violencia: Nadie investiga. Nadie la paga.
