«Empecé a jugar con marionetas cuando tenía cinco años. Después me picó el gusanillo de las sombras. De esto hace ya diez años».
En manos de Drew Colby, la forma de arte es una fuente de comedia, belleza y asombro. Al transformarse en una variedad de personajes carismáticos en un abrir y cerrar de ojos, Colby crea un espacio de actuación lúdica en sus espectáculos en los que anima al espectador a participar y a llevarse lo aprendido a casa.
Drew Colby hace que esas manos se transformen en un pájaro, un conejo, un elefante, un río que fluye o la cara de un hombre.
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